Es un fenómeno de costos. Pero eso es lo que se observa. Detrás de esto se encuentra un fenómeno político de puja distributiva. Vamos a ir por partes.
Reduciendo, son tres los determinantes de los costos que intermedian también la lucha política. El tipo de cambio nominal, el salario nominal y los beneficios empresarios. En el siguiente gráfico podemos ver el cambio en precios, cambio en salarios nominales y el cambio en el tipo de cambio nominal (fuente: Ferreres, 2005), desde 1910 hasta 1974. Como podemos ver, precios (rojo) y salarios (azul) se mueven conjuntamente, y el tipo de cambio (verde), si bien de manera más volátil, también acompaña.

Con el riesgo de una excesiva simplicidad, podemos decir que nuestra teoría de precios implica que éstos están determinados por los costos de producción. Por ende, si buscamos una explicación a la inflación (crecimiento sistemático del nivel de precios), la tenemos que buscar en los costos de producción: salarios, beneficios, tarifas, tipo de cambio (se mete a través de bienes importados y exportados), precio internacional de alimentos, etc.
En el gráfico podemos ver que el cambio en el nivel de precios se mueve conjuntamente con el tipo de cambio nominal y el salario nominal. Pero, ¿qué explicación le podemos dar a este gráfico?
Argentina exporta commodities. Los commodities, a su vez, directa o indirectamente, forma parte de la canasta básica de los trabajadores. Cada vez que aumenta el tipo de cambio nominal aumenta el precio local de estos commodities. Cuando aumenta el tipo de cambio y aumenta el precio de éstos commodities, el nivel de precios aumenta. Pero el mecanismo no muere allí. Los trabajadores reclaman por mayores salarios nominales para no perder su poder adquisitivo. El reclamo de los trabajadores por su «viejo» poder adquisitivo hace que aumente el nivel de los salarios nominales, por ende el nivel de precios también aumenta, porque los empresarios pasan sus costos nominales a precios. Es así como las sucesivas rondas de la puja tipo de cambio-salarios, se transforme en realidad por una puja entre beneficios-salarios y hace que haya una inflación persistente y crónica.
No es solamente una disputa entre el tipo de cambio nominal y los salarios. Esa es la superficie. Hay decisiones políticas detrás y también restricciones. Ya sabemos que un aumento del tipo de cambio reduce los salarios. Entonces los beneficios, frente a una devaluación, aumentan (dado el producto). Detrás de la puja tipo de cambio nominal y salarios nominales se encuentra la puja entre el beneficio y los salarios, entre el capital y el trabajo. Por eso no es extraño que gobiernos de corte nacional-popular intenten apreciar el tipo de cambio y así, aumentar los salarios reales, mientras gobiernos más liberales intenten lo contrario (aunque no lo logren).
O sea hasta el momento hemos iniciado la «discusión» moviendo el tipo de cambio. En general, el movimiento inicial de la puja distributiva puede ser: un cambio en el precio internacional de los alimentos, un cambio en las tarifas de servicios públicos o quita de retenciones, un cambio en el tipo de cambio nominal, un cambio institucional (ejemplo, inicio de paritarias). Luego de ese primer «empujón» inicial comienza a discutirse la relación entre salarios y beneficios. Dependiendo del período y el contexto particular, ese empujón inicial puede cambiar, pero la puja distributiva luego hace su trabajo sobre todo después del año 1946.
De hecho, es interesante notar que la inflación fue muy baja – menos de 10% – en el período 1910-1946, y fue más alta en el período 1946-1974 – arriba de 20% – que si bien estuvo la Segunda Guerra Mundial también – donde juega un rol importante la aparición del Peronismo en la escena política, dándole espacio y fuerza a los sindicatos para reclamar con más potencia los salarios nominales frente a cualquier «empujón» inicial.
Para concluir, si bien los costos determinan el nivel de los precios, la inflación persistente, que es el cambio sistemático en el nivel de precios, especialmente desde el año 46 se explica debido a un fenómeno de puja distributiva. Un fenómeno que ni siquiera la dictadura pudo parar.