¿Es el déficit fiscal un problema?

Se suele escuchar cómo gurúes de la economía vaticinan que los gobiernos, que por lo general los llaman despectivamente  como «populistas», están empecinados en gastar «más de lo que pueden» generando un «vaciamiento del Estado». En general, se suele utilizar la comparación con las finanzas de un hogar o las de una empresa, para que el «sentido común» haga el resto de la tarea: afirmar una y otra vez que tanto el déficit fiscal es indeseable y la deuda pública algo problemático.

Las preguntas serían:

  1. ¿Por qué el balance o superavit fiscal sería deseable?
  2. ¿Por qué la deuda pública algo problemático?

Introduciremos las respuestas en el marco de una economía cerrada, como se podría llegar a considerar, por ejemplo, la economía de Estados Unidos. Es decir, la cuestión de las exportaciones (lo que venden los países al resto del mundo) e importaciones (lo que compran al resto del mundo) no la tendremos en cuenta.

En este esquema de economía cerrada:

– Un superávit del Sector Público equivale a un déficit del Sector Privado.

– Un déficit del Sector Público equivale a un superávit del Sector Privado.

El superávit del Sector Público implica que el gobierno recauda más de lo que gasta.  ¿A quién se lo está sacando? Al sector privado, es decir, familias y empresas. Esto se puede observar simplemente viendo las cuentas nacionales. En nuestro ejemplo, de Estados Unidos para el período 1952-2015, donde en rojo se observa el sector del gobierno, en azul el sector doméstico privado y en verde el sector externo. Si no tenemos en cuenta el último, por una cuestión de simplicidad, se puede observar que mayor déficit público implica mayor superávit privado (como porcentaje del producto, es decir, dividido todo lo que se produce en el año).

USA

 

Por ende, las familias y empresas, en el caso en que tengan un déficit se tienen que endeudar para sostener su nivel de consumo. Cada vez que oímos a alguien sostener que el Superávit Público es algo deseable, en el fondo está proponiendo el endeudamiento de las familias y/o empresas como contrapartida.

Lo cierto es que, a diferencia de los hogares y empresas, en general un Estado no se suele declarar en quiebra en su propia moneda. Por lo que en caso de bregar por algún déficit deberíamos bregar por el déficit Público, si es que no queremos familias y empresas quebradas. La noción de «Finanzas Sanas», es decir, que el «balance del presupuesto público» sea sano, data de mucho tiempo atrás. Sin embargo, las nociones teóricas que vaticinan que tener un déficit público persistente no es tan malo son bastante recientes. En la década del ´40 autores como Abba Lerner presentaron una propuesta  alternativa en línea con las «Finanzas funcionales».

¿Qué son las finanzas funcionales?

Las finanzas funcionales sostienen que el Gasto del Estado debe estar dirigido a cumplir ciertos objetivos como, por ejemplo, el pleno empleo. «Equilibrar el presupuesto» como objetivo en sí mismo no tiene sentido, ya que un medio, es decir, una herramienta, como es el gasto público, se transforma en un fin en sí mismo sin ningún argumento lógico.

Sabiendo que en una economía cerrada, el superávit del Estado implica un déficit del sector privado (y viceversa), tener un estado que recauda más de lo que gasta implica tener un estado que contrae la actividad privada; y tener un estado que gasta más de lo que recauda implica tener un estado que estimula la actividad privada.

Más allá de estas nociones lógicas, lo que ocurre muchas veces es que el Equilibrio Presupuestario no puede ser un objetivo, muchas veces, porque es endógeno. ¿Qué significa que es endógeno? Como el Equilibrio Presupuestario implica “Gasto menos Impuestos equilibrados”, lo que se afirma es que  no se puede ubicar como «objetivo», ya que una vez iniciado el ejercicio presupuestario, se gasta pero no se sabrá lo recaudado hasta finalizar el ejercicio. La recaudación termina siendo una consecuencia del gasto que se eligió previamente.

Pongamos un ejemplo.

Existía una ley (25453) en Argentina que se llamaba «ley de déficit cero». La idea era no tener déficit, para no financiarlo con emisión, porque ello supuestamente generaría inflación (la emisión y la inflación la discutiremos más adelante). Resulta que,  como la actividad económica en ese momento estaba en decadencia el estado cada vez recaudaba menos  (menos consumo => menos actividad => menos recaudación), por lo que se intentaba nuevamente ajustar el Gasto Público a la baja, y nuevamente caía la actividad; se puede lograr el objetivo de déficit cero, pero siempre sacrificando niveles de producto (e ingreso).

Pero entonces, ¿cómo es posible tener superávit o reducir la deuda/PBI? Primero, que no tiene nada de bueno en sí el superávit o reducir la deuda/PBI. Pero incluso, creyendo que es «bueno» se lo puede lograr mediante una reforma impositiva, y sino, aunque suene paradójico, se podría lograr aumentando el Gasto Público o la Inversión Pública en determinadas ramas (por ejemplo, defensa o investigación y desarrollo), en aquellas donde el multiplicador del gasto es alto, es decir, aumentando el nivel de actividad interna, y por ende, aumentando la recaudación impositiva. En el caso de la deuda, esto también dependerá de la tasa de interés que se pague por esa deuda. Aunque es casi imposible reducir el déficit gastando más (a nivel macro), en economías periféricas muchas veces el aumento de empleo y la formalización del empleo puede ayudar a «mejorar» las cuentas públicas.

Para finalizar y en comparación con la economía de una casa, la imposibilidad de emitir moneda hace que un aumento del consumo de una familia de trabajadores, dado los salarios, deba hacerse con nuevo endeudamiento o con dinero atesorado, reduciendo su riqueza. Pero las dos posibilidades tienen un límite, ya que hay un límite al endeudamiento de las familias dado por los bancos y también una vez terminado el dinero atesorado. En cambio, el Estado al tener la capacidad de emitir su propia moneda puede gastar más de lo que “gana”, y paradójicamente hasta puede llegar a lograr que “gastando más de lo que gana, gane más de lo que gasta” al terminar el ejercicio contable si ese gasto o inversión pública es realizado en los sectores que generan más actividad económica.

 

3 comentarios en “¿Es el déficit fiscal un problema?

  1. Interesantísimo Santiago , llama siempre al atención como se omite a Lerner, Lange, Robinson, Kalecki, y muchas veces hasta al propio Keynes, en los programas de estudios de economía. Si bien no es ninguna omisión por casualidad, muchos economistas honestos intelectualmente siguen siendo víctimas de esa “tiranía de la doctrina de la confianza”, como bien supo plantear Kalecki. Ni hablar que hoy “Los aspectos políticos del pleno empleo” tienen más vigencia que nunca. Alguna lectura que recomiendes, más próxima o general con este enfoque? Tuve el lujo de cursar una macroeconomia completa con la Teoría de la Dinámica Económica, pero no sé si hay algo un poco más accesible y general. Muchas gracias y felicitaciones!

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    1. Guido,
      Veo que seguramente sabrás muchas más cosas que yo. Accesible y general es difícil por eso estoy intentando hacer esto. Más avanzado, como creo que te puede servir son las notas sobre Consumo, Inversión y Demanda Efectiva de Garegnani 1977. En inglés tiene parte 1 y parte 2, en español no recuerdo si es un solo artículo o si también son dos. Esa es una crítica a la Teoría General (está bueno leerlo con la TG abierta al mismo tiempo), bastante dura, pero lo cierto es que Keynes cuando escribe la TG todavía era bastante neoclásico, hay cosas de las que no se había podido desprender de su formación marshalliana. Algo similar le había pasado a Piero Sraffa a comienzos de los años ’20.

      https://www.jstor.org/stable/pdf/20856645.pdf?refreqid=excelsior%3A9dad3ae39eb917bbb6c9f5b5a8cd0ef8

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      1. Gracias! Algún día encontraré una buena edición de Producción de Mercancías por medio de Mercancías, Sraffa es un tipo del cual todavía no sé nada. Gracias por la recomendación, lo voy a leer sin dudas, abrazos!

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